¿Es importante la teoría musical?

No pocas veces me he encontrado en esta situación: llega un alumno nuevo que quiere aprender a tocar la guitarra, le explico cómo enfoco mis clases, cómo trabajo y qué me preocupo de enseñar, entre otras cosas siempre menciono la armonía, el solfeo y la educación del oído… ojalá pudiese haber retratado las caras de más de uno en ese momento.

Pero, ¿cómo? ¿Para aprender guitarra hace falta la teoría musical? ¡Ni que quisiera aprender a tocar el piano!

Algo así es lo que mi imaginación inventa en estos casos. La experiencia me ha demostrado que, a la postre, el 99% de alumnos acaban agradeciendo, y pidiendo, esa formación teórica, ese mundo desconocido y que tanto les ha aportado. Porque tratar de aprender no solo la guitarra, sino cualquier instrumento, sin pasar por la teoría es como tratar de aprender un idioma sin entender el significado de las palabras. La música es un lenguaje, algo más abstracto que el oral, y como tal tiene una serie de normas (recomendaciones, más bien), de cadencias, de transmisión de emociones, etc. En definitiva, hay toda una ciencia que nos enseña a entender, leer y utilizar ese lenguaje.

Contenido de esta entrada

El aprendizaje de la guitarra y el de otros instrumentos

A modo de broma lanzaba una verdad escondida al principio de esta entrada:

Pero, ¿cómo? ¿Para aprender guitarra hace falta la teoría musical? ¡Ni que quisiera aprender a tocar el piano!

En todos estos años todavía no he acabado de descifrar por qué con la guitarra, y diría que sólo con la guitarra, hay un rechazo bastante generalizado hacia la teoría musical. Curiosamente todavía no he conocido a quien le extrañe que alguien que empieza a aprender a tocar el piano, el bajo o el violín, por ejemplo, estudia teoría desde el minuto cero. A veces incluso antes de tocar el propio instrumento. Pero con la guitarra no, al parecer uno debe aprender por ciencia infusa, de la nada, repitiendo sin más lo que otros nos invitan a repetir. He llegado a leer barbaridades tales como que es recomendable evitar las academias porque destruyen tu espontaneidad, tu esencia, tu identidad, y acaban convirtiéndote en el resultado de encajarte en un molde, el mismo por el que hacen pasar a todos los alumnos.

Entonces, ¿es imprescindible la teoría musical?

Respuesta rápida y concisa: no. Evidentemente.

Hay muchos elementos que condicionan la necesidad de aprender teoría musical. Es distinto aquel que decide emprender una carrera profesional musical que el niño que va a clases de guitarra por deseo de sus padres, o el adulto que quiere quitarse la espinita de nunca haber empezado a tocar la guitarra, o el alumno con ciertos conocimientos que por exigencias del momento (un grupo musical, prueba de nivel, etc) necesita asentar y aumentar dichos conocimientos, o simplemente el apasionado de la música que busca entender qué está escuchando cuando pone sus discos favoritos.

Pero sea cual el caso, sea cual sea la necesidad del alumno, hay algo que es común a todos: la teoría musical te abre un mundo nuevo de sensaciones.

Del rechazo a la fascinación

De la misma manera que suele haber rechazo a la teoría musical, aun cuando jamás se ha tenido contacto con la misma, suele ocurrir que cuando el alumno empieza a entender qué está tocando, qué está escuchando, cuando empieza a relacionar esa teoría con la realidad se obra el milagro: pasan al entusiasmo por la teoría. Esto es muy personal, hay quien disfruta entendiendo lo justo y aprendiendo poco a poco como el que pide saber más y más. Pero en general las sensaciones son muy positivas cuando el alumno empieza a encajar el rompecabezas de la música.

A todos nos gusta la música, todos hemos crecido rodeados de música y tenemos decenas de recuerdos que se activan al escuchar ciertas canciones. La teoría musical nos enseña a contemplar la música de una manera más amplia, logramos apreciar multitud de detalles que pasaron totalmente inadvertidos por delante de nuestras narices. Inlcuso canciones o géneros musicales que nunca nos llamaron la atención, un día, sin más, sentimos que sí tiene algo de interesante, que merece la pena darle alguna que otra oportunidad.

Algunos ejemplos prácticos

Vale, sí, todo esto está muy bien pero hagamos la gran pregunta eterna, ¿para qué sirve la teoría musical? Hemos comentado algunos aspectos de la parte contemplativa de la música, veamos ahora algunas de las ventajas que ofrece cuando tenemos la guitarra entre las manos.

Sacar canciones de oído: una de las cosas que más placer da cuando se tiene cierto nivel es lo fácil que resulta deducir los acordes de la inmensa mayoría de canciones, especialmente de géneros de masas. Muchos empezamos tratando de tocar nuestras canciones favoritas a base de comprar libros, copiando a un amigo o familiar, y con la llegada de internet nos acercaron a un clic cientos de miles de millones de tablaturas/partituras… bueno, bastantes desde luego. Pero conforme vamos educando nuestro oído y nuestra base de armonía se va expandiendo, todo eso deja de hacer falta o sólo es necesario para casos muy puntuales. El resto de oído. Y fácil.

Sacar solos de oído: si somos capaces de averiguar de oído los acordes de una canción y tenemos los conocimientos de armonía suficiente, entonces sacar un solo deja de ser un proceso tedioso y desesperante. Sabemos de antemano qué notas son “las buenas” y por tanto sólo queda comprobar en qué orden las utiliza. Es cierto que en los solos hay que añadir una dificultad añadida: la técnica de guitarra. Pero estudiar técnica cuando uno sabe qué está tocando, es más ameno, tiene mucho más sentido que realizar ejercicios sin ton ni son, por tanto, de nuevo, la teoría musical nos ayudará a mejorar la técnica.

Composición: no podía faltar una de las guindas del estudio de la música, que es la de componer, ya sea una canción, un solo de guitarra, una sintonía, etc. La armonía nos brinda todas esas herramientas para poder expresarnos musicalmente. Si queremos hacer algo que suene alegre, triste, melancólico, misterioso o terrorífico, gran parte de ese trabajo lo tenemos hecho gracias al estudio.

¡Me has convencido! ¿Qué debo estudiar?

El estudio de la música abarca multitud de áreas, materias, estilos, etc. Podríamos dedicar todos los días de nuestra vida al estudio y siempre quedaría algo por aprender o investigar. Por tanto voy a reducir el estudio a lo que es, en mi opinión, lo indispensable para todo aquel que quiera aprender música.

Obviando el estudio en sí del instrumento, que se da por hecho por razones más que evidentes, hay tres asignaturas que debemos desarrollar.

Armonía

Es la ciencia que estudia lo que sucede cuando dos notas o más suenan al mismo tiempo: la relación entre las notas que forman un acorde y/o la relación entre una serie de acordes. Técnicamente tenemos por una lado la melodía, cuando se suceden varias notas de manera lineal (por ejemplo, un cantante); y por otro lado la armonía. En la práctica la armonía también estudia la relación entre las notas de una melodía, sea únicamente en el contexto de la propia melodía o en relación a un acorde o una serie de acordes (por ejemplo, un solo de guitarra). Dicho de otra manera, la armonía nos enseña por qué una canción nos hace sentir alegres, melancólicos, tensos, relajados, etc. Y por tanto, la armonía nos ofrece todas la herramientas necesarias para componer una pieza musical y poder expresar de manera precisa todo aquello que queramos transmitir.

Solfeo

Todo lo referente a una partitura: lectura, interpretación, normas de escritura, compases, claves, etc. En este apartado cabe apuntillar que en ATG no se va a incidir en desarrollar la habilidad de lectura de una partitura con guitarra, sí se aprenderá a leer una partitura y a solfearla aunque esto último será trabajo de Educación del Oído. En Solfeo aprenderemos, también, a leer e interpretar las figuras rítmicas, algo indispensable para cualquier músico.

Educación del Oído

Enseñaremos a nuestro oído a reconocer intervalos, acordes, progresiones armónicas, etc, en definitiva a sentir todos los sabores que nos ofrece la música. También aprenderemos a solfear una partitura: a afinar, o cantar, las notas que leamos. Cuanto mejor sepamos afinar una partitura, más fácil será para nuestro oído identificar lo que escucha. La educación del oído, en su conjunto, nos servirá para disfrutar de la música a niveles desconocidos.

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